En Japón, el concepto de “sandai de tsukiru”, que significa “desaparece en tres generaciones”, refleja un fenómeno profundamente arraigado: las fortunas familiares suelen diluirse antes de alcanzar la cuarta generación. Este patrón, que también se observa en otras culturas, encuentra en Japón una serie de causas únicas que van desde factores culturales hasta barreras fiscales y económicas.
La primera generación, o issei, es el pilar de las fortunas familiares. Estas personas a menudo comienzan desde cero, enfrentando desafíos significativos para construir negocios o acumular riquezas. A través de la disciplina, la frugalidad y una ética laboral rigurosa, logran establecer una base económica sólida. Para ellos, la riqueza no solo representa éxito personal, sino también un legado que desean transmitir a sus descendientes.
La segunda generación, o nisei, crece en un entorno más privilegiado que sus predecesores. Aunque reciben educación de calidad y formación para asumir el control del patrimonio familiar, suelen carecer de la experiencia de adversidad que formó a sus padres. Esto puede llevar a una gestión menos estratégica de los negocios o propiedades. En Japón, muchas empresas familiares enfrentan desafíos de liderazgo en esta etapa, donde los herederos a menudo optan por vender o diversificar sin una visión de largo plazo.
Para la tercera generación, o sansei, el sentido de responsabilidad hacia el legado familiar tiende a debilitarse aún más. La riqueza heredada ya no está vinculada al esfuerzo y sacrificio directo, lo que puede llevar a decisiones financieras impulsivas o mal informadas. La falta de interés en continuar los negocios familiares y la adopción de estilos de vida más consumistas contribuyen a que las herencias se diluyan significativamente.
El declive de las herencias en Japón tiene una fuerte raíz cultural. Tradicionalmente, los japoneses priorizan la continuidad del linaje familiar y la preservación de la estabilidad económica. Sin embargo, las generaciones más jóvenes, influenciadas por una creciente occidentalización, adoptan valores más individualistas que contrastan con estas tradiciones.
Otro elemento cultural es el sistema de sucesión familiar. Durante siglos, se dio prioridad a los primogénitos masculinos, pero el cambio hacia una sociedad más equitativa en términos de género ha complicado las dinámicas familiares. Muchas empresas familiares enfrentan dificultades para encontrar sucesores, lo que lleva al cierre o venta de los negocios.
El sistema fiscal en Japón es otro factor determinante. El país tiene uno de los impuestos sobre herencias más altos del mundo, alcanzando tasas de hasta el 55%. Esto obliga a muchas familias a vender activos, propiedades o incluso negocios enteros para cumplir con las obligaciones fiscales. Además, la planificación patrimonial no está tan extendida en Japón como en otras economías avanzadas, lo que agrava la pérdida de riqueza.
En el ámbito económico, la creciente longevidad de la población japonesa también afecta las herencias. Las personas mayores suelen agotar gran parte de sus ahorros y activos en cuidados médicos y de larga duración, dejando menos recursos para las generaciones venideras.
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Un caso icónico es el de la familia Matsushita, fundadora de Panasonic, una de las empresas más grandes de Japón. Aunque el negocio sigue siendo exitoso, la tercera generación enfrentó divisiones internas y problemas de liderazgo que afectaron la cohesión familiar. Esto subraya cómo incluso las familias más exitosas pueden enfrentar desafíos para mantener su legado.
Otro ejemplo destacado es el de empresas más pequeñas, como tiendas tradicionales o negocios familiares en áreas rurales, que no logran encontrar herederos interesados en continuar con el negocio. Estas empresas a menudo cierran, representando una pérdida económica y cultural significativa.
Para mitigar la desaparición de las herencias, muchas familias japonesas están adoptando estrategias más avanzadas de planificación patrimonial. Estas incluyen la creación de fideicomisos, educación financiera temprana para los herederos y la diversificación de activos. Además, las empresas familiares están buscando modelos de sucesión más inclusivos, considerando no solo a los hijos biológicos, sino también a empleados o socios clave como posibles herederos.
En el ámbito gubernamental, hay llamados para reformar el sistema fiscal y aliviar la carga tributaria sobre las herencias. Esto podría permitir que las familias retengan más de su riqueza y contribuyan al desarrollo económico a largo plazo.
El fenómeno de la desaparición de herencias en Japón refleja una compleja interacción de factores culturales, fiscales y sociales. Mientras que el “sandai de tsukiru” puede parecer inevitable, existen medidas que las familias y el gobierno pueden tomar para preservar las riquezas generacionales. En última instancia, el éxito de estas estrategias dependerá de un cambio en la mentalidad colectiva, que equilibre las tradiciones con la modernidad para garantizar la continuidad de los legados familiares en Japón.
Fuentes:
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