Durante la filmación de Jurassic Park en 1993, el equipo de producción liderado por Steven Spielberg enfrentó varios retos, especialmente relacionados con el imponente animatrónico del T-Rex. Aunque esta pieza mecánica representaba un avance crucial en los efectos especiales, su interacción con el agua durante las escenas de lluvia provocó una serie de problemas técnicos. Este artículo explora los desafíos detrás de una de las criaturas cinematográficas más icónicas, y cómo el equipo logró superarlos.
El animatrónico del Tyrannosaurus Rex, apodado “Rexy”, fue diseñado y construido por el legendario equipo de efectos especiales de Stan Winston. Esta enorme criatura mecánica pesaba alrededor de 12,000 libras (aproximadamente 5,443 kg) y medía 36 pies de largo. Sus movimientos eran controlados con alta precisión a través de una compleja estructura hidráulica, diseñada para simular los movimientos naturales de un dinosaurio.
Sin embargo, el desafío no radicaba solo en hacer que se moviera de manera convincente: La piel del T-Rex estaba hecha de un material conocido como foam latex, que daba un aspecto realista pero al mismo tiempo era altamente absorbente. Esta característica se convirtió en un gran problema cuando el personaje interactuaba con la lluvia, algo que ocurrió en una de las escenas más famosas de la película.
Durante las escenas de lluvia, el animatrónico comenzó a presentar discrepancias en sus movimientos. El foam latex que cubría su estructura absorbía el agua, lo que hacía que su peso aumentará significativamente. Este incremento del peso alteraba los cálculos hidráulicos que controlaban sus movimientos, lo que resultaba en movimientos erráticos y problemas de sincronización. Con cada gota de agua que la piel del dinosaurio absorbía, los movimientos calculados comenzaban a perder precisión.
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En múltiples ocasiones, el animatrónico del T-Rex comenzó a sacudirse incontrolablemente. Debido a las inexactitudes en los sistemas hidráulicos, el dinosaurio se movía por sí mismo durante los descansos de filmación, lo que generaba sustos y tensiones en el set. Los miembros del equipo tenían que utilizar toallas y secadores entre tomas para tratar de controlar la situación, lo que, aunque efectivo, ralentizaba considerablemente el proceso de filmación.
El punto culminante de los problemas vino durante la famosa escena del T-Rex persiguiendo a un jeep, que ocurre bajo una intensa lluvia. El exceso de agua absorbido por el animatrónico causó estragos en su control y peso, lo que llevó al equipo a tomar la difícil decisión de reemplazar algunas escenas con efectos generados por CGI. Los animadores incluso tuvieron que “engordar” virtualmente al T-Rex en tomas lejanas para mantener la consistencia visual, ya que bajo la lluvia real, el modelo físico se veía más voluminoso debido a la acumulación de agua.
En entrevistas posteriores, personal clave del equipo de producción, incluidos la productora Kathleen Kennedy y el puppeteer John Rosengrant, recordaron estos contratiempos. Kennedy compartió en tono anecdótico que, “el T-Rex asustaba a todo el mundo cuando se mojaba”, mientras que Rosengrant describió al dinosaurio como una especie de “autobús gigante” que podía volverse incontrolable. Inicialmente, no sabían cuál era la causa de los malfuncionamientos, pero pronto descubrieron la conexión con el agua.
A pesar de estos desafíos, el equipo superó los obstáculos y logró crear una de las escenas más icónicas en la historia del cine. La experiencia con el T-Rex animatrónico dejó una huella duradera en las futuras producciones de efectos especiales, inspirando un mayor uso de CGI en lugar de animatrónicos en posteriores secuelas de Jurassic Park y otros proyectos.
Las lecciones aprendidas de este incidente demostraron que aunque los animatrónicos ofrecen una calidad tangible y realista, son vulnerables a factores ambientales como el agua. Comparativamente, los efectos CGI ofrecen mayor versatilidad y control, especialmente en situaciones climáticas adversas.
Aunque la filmación de Jurassic Park enfrentó múltiples retos con el animatrónico del T-Rex, estos problemas no fueron suficientes para detener la visión de Steven Spielberg y su equipo. Con ingenio y tecnología, lograron crear una película revolucionaria que marcó un hito en los efectos especiales y cimentó el uso del CGI como una técnica de vital importancia en la industria cinematográfica. El legado de este T-Rex “nervioso” continúa resonando en la actualidad, tanto en el cine como en las nuevas generaciones de artistas visuales.
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