En un desarrollo reciente, China ha aprovechado una versión de la inteligencia artificial (IA) de Meta para crear un chatbot con aplicaciones militares. Este suceso ha generado reacciones tanto de la empresa Meta como del gobierno de los Estados Unidos, evidenciando el creciente papel de la inteligencia artificial en la geopolítica y en el ámbito militar.
Instituciones de investigación en China, vinculadas al Ejército de Liberación Popular, han utilizado el modelo de IA Llama de Meta para desarrollar un chatbot llamado ChatBIT, con capacidades militares avanzadas. Este acontecimiento ha levantado preocupaciones internacionales sobre el uso no autorizado de tecnologías de IA para fines bélicos y ha desatado una serie de respuestas por parte de Meta y el gobierno de los Estados Unidos.
Investigadores ligados al ejército chino emplearon la versión 13B de Llama, el modelo de inteligencia artificial de Meta, que cuenta con 13.000 millones de parámetros. Este modelo fue utilizado como base para desarrollar un chatbot, ChatBIT, diseñado específicamente para responder a necesidades relacionadas con el ámbito militar.
ChatBIT se optimizó para tareas militares y mostró un rendimiento notable, comparable en un 90% con modelos de última generación como GPT-4. A través de este tipo de tecnologías, China busca incrementar su capacidad táctica y operacional en situaciones militares. La adaptación de ChatBIT para tales fines ha levantado preocupaciones sobre el potencial militar de los modelos de IA generativa.
Al descubrir el uso no autorizado de su modelo, Meta tomó medidas inmediatas para desautorizar la utilización de su tecnología en aplicaciones militares fuera de su ámbito previsto. Meta actualizó sus términos de uso, limitando el acceso a la IA generativa exclusivamente para aplicaciones militares dentro de los Estados Unidos y algunos de sus principales socios. Esta acción subraya el esfuerzo de Meta por evitar que su tecnología sea apropiada para usos no éticos o contrarios a sus políticas.
El gobierno de los Estados Unidos reaccionó rápidamente a este descubrimiento, en medio de tensiones geopolíticas existentes con China en torno al desarrollo tecnológico. Las restricciones impuestas a China por parte de Estados Unidos, específicamente en el acceso a chips avanzados como los A100 y H100 de NVIDIA, forman parte de una estrategia más amplia para frenar el progreso tecnológico chino. Sin embargo, China ha demostrado ser capaz de eludir estas restricciones a través de mercados paralelos y el desarrollo de su propio hardware para IA, lo que exacerba las tensiones internacionales.
China ha invertido considerablemente en el desarrollo de la inteligencia artificial, consolidándose como una de las principales potencias mundiales en este campo. Empresas emergentes como Moore Threads, Biren Technology y Vast AI Tech están desarrollando sus propios procesadores para IA, una prueba más del esfuerzo de China por lograr independencia tecnológica en este sector crucial.
Sundar Pichai, director general de Alphabet y Google, ha expresado que la magnitud del trabajo que China está haciendo en inteligencia artificial es asombrosa. Asimismo, propugna la colaboración entre Estados Unidos y China en el desarrollo de la IA, aunque esta posibilidad se ve complicada por las tensiones geopolíticas actuales.
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El uso de tecnologías de IA en aplicaciones militares no es exclusivo de China. Empresas occidentales como Meta, Anthropic, OpenAI y Microsoft también han adaptado sus tecnologías de IA para su uso en defensa e inteligencia dentro de los Estados Unidos. Sin embargo, este desarrollo plantea serias preocupaciones sobre el potencial uso de la IA en situaciones bélicas o incluso en la toma de decisiones autónomas en combate.
Además, según un estudio del Brookings Institute, el gasto en IA para fines militares ha experimentado un crecimiento impresionante, con un aumento del 1,200% en contratos relacionados con IA entre 2022 y 2023. A pesar de estos avances, también hay advertencias de expertos sobre el riesgo de una escalada en conflictos y el peligroso terreno que representa el uso de la IA en contextos militares, en particular la posibilidad de errores o malentendidos en decisiones críticas.
En respuesta al creciente uso militar de su tecnología, Meta ha adoptado una postura más proactiva. La empresa ha modificado sus políticas y términos de uso para garantizar que su IA no se use indebidamente con fines militares no autorizados. Otras empresas, como OpenAI, también han seguido el mismo camino, evaluando de manera continua las posibles implicaciones del uso de sus modelos más allá del ámbito civil.
Este desarrollo refleja la rivalidad tecnológica que existe entre los Estados Unidos y China. La creación de ChatBIT, basada en la tecnología de Meta, subraya lo competitiva que se ha vuelto la carrera en inteligencia artificial. Las sanciones tecnológicas de los Estados Unidos, por un lado, y los esfuerzos de China por avanzar hacia la independencia tecnológica, por el otro, muestran que este será un frente clave en la competencia geopolítica en las próximas décadas.
El desarrollo de la IA para fines militares plantea dilemas éticos y operativos significativos. A medida que estas tecnologías avanzan, tienen el potencial de ser utilizadas para actividades peligrosas o presupuestos erróneos en decisiones estratégicas, aumentando el riesgo de conflictos. El riesgo de que las IA sean mal utilizadas para fines tóxicos, como fraudes, deepfakes o ciberataques, también está en aumento, lo que exige una regulación más estricta y responsable.
El uso de la IA de Meta por parte de China para fines militares marca un punto de inflexión en el debate sobre la ética en la inteligencia artificial. Este caso revela las complejidades y tensiones que surgen cuando tecnologías avanzadas caen en manos de actores interesados en su aplicación bélica. Tanto Meta como el gobierno de los Estados Unidos han reaccionado rápidamente ante este desafío, pero la carrera tecnológica entre China y Occidente solo parece intensificarse. A medida que las aplicaciones de la IA se expanden, también lo hacen los desafíos éticos y las posibles implicaciones geopolíticas.
Fuentes:
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