
Los callos a la madrileña son uno de los guisos más emblemáticos y contundentes de la cocina tradicional española. Con un origen humilde y profundamente ligado a las tabernas madrileñas, este plato ha pasado de ser comida de aprovechamiento a una joya gastronómica que hoy se sirve tanto en bares de barrio como en restaurantes de alta cocina. En este artículo exploramos su historia, su receta paso a paso y por qué sigue siendo un favorito de generaciones enteras.
Un origen humilde con siglos de historia
La historia de los callos se remonta a las cocinas populares de los siglos XVI y XVII. Documentos antiguos, como el libro Arte cisoria de Enrique de Villena, ya mencionaban recetas similares en el siglo XV. En aquella época, las vísceras de vaca eran consideradas despojos, y se aprovechaban para alimentar a las clases trabajadoras. Su preparación a fuego lento, acompañada de especias y embutidos, transformó esos ingredientes en un guiso lleno de sabor.
De las tabernas al restaurante más antiguo de Madrid
Con el paso del tiempo, los callos fueron ganando reconocimiento y se convirtieron en un plato frecuente en tabernas. En el siglo XIX, el restaurante Lhardy, fundado en 1839, fue uno de los primeros en ofrecer callos a la madrileña como parte de su carta. Desde entonces, su popularidad no ha dejado de crecer, consolidándose como un referente de la gastronomía madrileña.

Ingredientes que dan carácter al guiso
Lo que hace únicos a los callos a la madrileña es la combinación de vísceras de ternera (callos, morro y manitas) con embutidos como chorizo, morcilla y jamón serrano. Estos ingredientes se cocinan lentamente en una salsa espesa, enriquecida con pimentón, ajo, cebolla, laurel y guindilla, dando como resultado un plato meloso y lleno de matices.
Receta tradicional paso a paso
El secreto del éxito está en la paciencia y la limpieza meticulosa de los ingredientes. A continuación, te explicamos cómo preparar callos a la madrileña como lo haría una abuela madrileña:
- Remoja los callos, morro y manitas con agua, vinagre y sal durante una hora. Luego escúrrelos y lávalos bien.
- Hiérvelos con laurel, cebolla y granos de pimienta por 1 hora para ablandarlos y eliminar impurezas.
- En una cazuela aparte, sofríe cebolla picada, ajo y jamón en aceite de oliva.
- Añade los chorizos y morcillas ligeramente pinchados, incorpora el pimentón y rehoga bien.
- Agrega la pulpa de pimientos choriceros, los callos ya cocidos y parte del caldo de cocción.
- Deja cocinar a fuego lento durante 30 minutos más. Ajusta la sal, añade la guindilla y cocina hasta que la salsa espese.
Tiempo estimado de preparación
El proceso completo puede llevar unas 3 horas:
- Limpieza: 30 minutos
- Cocción inicial: 1 hora
- Guiso final con sofrito: 90 minutos
Valor nutricional y conservación
Cada ración contiene aproximadamente 450 calorías, con 30 g de grasa, 6 g de carbohidratos y 32 g de proteínas. Es un plato rico en colágeno y proteínas, pero también alto en grasas, por lo que se recomienda como parte de una dieta equilibrada.
Una vez preparado, puede conservarse hasta 3 días en el frigorífico. Además, mejora su sabor al día siguiente. También es posible congelarlo por hasta 3 meses sin perder calidad.
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Un plato con alma que conquista generaciones
Los callos a la madrileña son más que un plato: son una declaración de identidad culinaria. Cada bocado nos conecta con la historia de Madrid, sus tradiciones y sus hogares. Aunque no es una receta ligera, es perfecta para compartir en familia o con amigos en un día frío, acompañada de un buen pan y un vino tinto.
Hoy en día, los chefs reinterpretan esta receta clásica, pero los ingredientes y el espíritu siguen siendo los mismos. Los callos siguen siendo ese plato que, aunque contundente, nos recuerda que la cocina tradicional nunca pasa de moda.
Fuentes: Infobae