
Un reciente estudio británico ha revelado que las personas que realizan ejercicio físico intenso experimentan una alteración significativa en la percepción del tiempo. Este fenómeno, documentado por investigadores de la Universidad Christ Church de Canterbury, ofrece nuevas perspectivas sobre cómo la actividad física afecta el procesamiento cognitivo y emocional del cerebro humano.
La Investigación: Explorando la Relación entre Esfuerzo y Tiempo
Publicada en la revista Brain and Behavior, la investigación consistió en un experimento con 33 adultos físicamente activos que debían recorrer 4 kilómetros en una bicicleta estática virtual. Durante el trayecto, se les pedía estimar cuándo habían transcurrido 30 segundos. La clave del estudio fue que los participantes no recibieron información sobre su desempeño, evitando así la influencia externa.
Una percepción alterada del tiempo
El hallazgo más relevante fue que durante el esfuerzo físico intenso, los sujetos sobrestimaban el paso del tiempo. Esto significa que, desde su percepción subjetiva, el tiempo parecía moverse más lento. Curiosamente, esta distorsión no ocurría ni antes ni después del ejercicio, lo que sugiere que está estrechamente ligada al estado fisiológico durante la actividad.
¿Por qué sucede esto? El rol de la conciencia corporal
Andrew Edwards, psicólogo deportivo y autor principal del estudio, señaló que este fenómeno está vinculado al llamado estado asociativo. Se trata de una condición en la que la atención se enfoca en las señales internas del cuerpo —respiración, dolor muscular, frecuencia cardíaca— durante el esfuerzo físico. Esta hiperconciencia del presente hace que el tiempo parezca ralentizarse.

Estado disociativo: una vía para contrarrestar la distorsión
Por el contrario, cuando una persona entra en un estado disociativo, es decir, desvía su atención mediante música, visualizaciones o pensamientos ajenos al ejercicio, la percepción del tiempo tiende a acelerarse. Esta estrategia es común entre corredores recreativos o quienes practican deporte como forma de distracción.
El factor competitivo: ¿altera la percepción?
Para probar si la competencia influía en esta percepción, el estudio incluyó escenarios en los que los participantes compitieron contra un avatar. Aunque quienes competían completaron la distancia más rápido, su percepción del tiempo seguía distorsionada. Esto indica que la sensación de lentitud no se relaciona necesariamente con el rendimiento, sino con el nivel de activación fisiológica y atención corporal.
¿Es una ilusión o una ventaja evolutiva?
Desde una perspectiva evolutiva, la distorsión del tiempo podría haber tenido una función adaptativa. En momentos de estrés o peligro físico, como en una persecución o durante la caza, percibir el tiempo más lento podría haber facilitado la toma de decisiones y la supervivencia. El ejercicio intenso simula ese estado de alerta, activando procesos mentales similares.
Implicaciones prácticas: motivación y adherencia al ejercicio
Este fenómeno tiene consecuencias importantes para el diseño de programas de entrenamiento. Si el ejercicio se percibe como más largo de lo que es, puede generar una sensación de fatiga mental anticipada, afectando la motivación. Esto es especialmente relevante en personas que están comenzando a entrenar o que tienen dificultades para mantener la regularidad.
Te puede interesar: Acerola: la joya roja que estimula el colágeno, mejora la digestión y es rica en vitamina C
Estrategias para hacer el ejercicio más atractivo
Los expertos recomiendan incorporar elementos que favorezcan el estado disociativo, como música motivacional, videojuegos activos, o realidad virtual que transforme la experiencia del esfuerzo en algo más dinámico y envolvente. Incluso añadir variación en los entrenamientos, como deportes en equipo o sesiones al aire libre, puede ayudar a que el tiempo parezca pasar más rápido.
Aplicaciones en salud pública y rehabilitación
Más allá del rendimiento deportivo, estos hallazgos pueden aplicarse en contextos de rehabilitación física y programas de salud comunitaria. Para muchas personas, la sensación de que el tiempo no avanza puede ser una barrera psicológica poderosa. Si se logra intervenir en esa percepción, podrían mejorar los índices de adherencia y los resultados a largo plazo.
Conclusión
El estudio realizado por la Universidad Christ Church de Canterbury aporta evidencia de que el ejercicio intenso distorsiona nuestra percepción del tiempo, haciéndolo parecer más largo. Esta alteración, asociada a un enfoque mental en las sensaciones corporales, puede influir en la motivación y la percepción del esfuerzo. Sin embargo, también abre nuevas posibilidades para rediseñar la experiencia del ejercicio, haciéndola más accesible, placentera y eficaz. Comprender cómo el cuerpo y la mente interactúan durante el esfuerzo físico nos ayuda a crear rutinas más sostenibles y gratificantes.