
Los patacones, también conocidos como tostones en varios países de Latinoamérica, son una preparación clásica a base de plátano verde, muy popular en la cocina caribeña y del Pacífico colombiano. Son versátiles, crocantes y deliciosos, pero su preparación puede presentar dificultades, especialmente cuando se rompen al ser aplastados. Si quieres evitar que esto ocurra y lograr patacones crujientes por fuera y suaves por dentro, aquí te explicamos todos los trucos y técnicas esenciales.
El patacón: más que un acompañante
En muchas regiones, el patacón no solo es un acompañante, sino el protagonista del plato. Se sirve con carnes, mariscos, guacamoles, salsas o incluso como base de mini “hamburguesas” o bocados gourmet. Su textura crujiente y su sabor neutro lo hacen ideal para combinar con infinidad de ingredientes. Pero lograr un patacón perfecto requiere atención a varios detalles desde el principio.
1. Escoge plátanos bien verdes y firmes
El primer paso esencial es seleccionar plátanos verdes, aquellos que aún no presentan manchas oscuras ni signos de madurez. Mientras más verde esté el plátano, más almidonado y menos dulce será, lo que permite una mejor fritura y firmeza al aplastarlo. Un plátano muy maduro tendrá una textura blanda y húmeda que puede hacer que el patacón se parta fácilmente.

2. Corta en rodajas gruesas y uniformes
El grosor de las rodajas también es clave. Se recomienda cortar el plátano en porciones de entre 3 a 4 centímetros de grosor. Esto permite que la pulpa se cocine de forma pareja durante la primera fritura, facilitando luego el proceso de aplastado sin que se quiebre.
3. Primera fritura: temperatura y tiempo adecuados
La técnica tradicional del patacón requiere una doble fritura. En la primera, las rodajas deben cocinarse en aceite caliente (aproximadamente 160-170 °C) durante unos 2 o 3 minutos por lado. El objetivo no es dorarlas, sino suavizar su interior. Cuando estén ligeramente tiernas pero firmes al tacto, es momento de retirarlas y dejarlas reposar.
4. El truco del reposo: dejar que enfríen
Un error común es intentar aplastar las rodajas justo después de freírlas. Esto hace que, al estar aún calientes y blandas, se partan. Lo ideal es dejarlas reposar sobre papel absorbente entre 3 a 5 minutos, permitiendo que se enfríen ligeramente y que el vapor interno se libere, lo cual mejora su consistencia.
5. Aplastado inteligente: bolsa plástica y presión controlada
Para evitar que los patacones se peguen o se rompan al ser aplastados, se recomienda colocar cada rodaja entre dos capas de plástico (puede ser una bolsa limpia o papel film) y presionar con una tabla, vaso, plato o prensa de cocina. La presión debe ser firme pero gradual, no brusca. Esto ayuda a formar un disco uniforme, sin bordes rotos.
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6. Baño de sabor: agua con ajo y sal
Un truco culinario muy usado en zonas del Caribe es sumergir brevemente los patacones aplastados en una mezcla de agua con sal, ajo y hasta un toque de vinagre. Esto no solo realza su sabor, sino que contribuye a que mantengan su forma al freírlos por segunda vez, ya que el almidón exterior se rehidrata ligeramente.
7. Segunda fritura: la clave del crocante
La segunda fritura debe hacerse en aceite más caliente (alrededor de 180 °C), por un tiempo de 1 a 2 minutos por lado, hasta que estén dorados y crujientes. Evita sobrecargar la sartén para que el aceite mantenga su temperatura. Una vez dorados, se escurren sobre papel para eliminar el exceso de grasa.
8. Presentación y acompañamientos
Los patacones se pueden servir solos con sal, o acompañados de salsas como suero costeño, hogao, guacamole o incluso toppings más elaborados como ceviche o carne desmechada. También son una excelente base para entradas creativas o picadas.
Conclusión
Hacer patacones perfectos requiere técnica y paciencia, pero con estos trucos sencillos y atención al detalle, evitarás que se partan y lograrás una textura ideal. Esta receta, aunque simple en apariencia, encierra una tradición culinaria que merece ser preservada y celebrada. El patacón es más que una guarnición: es un símbolo de identidad, sabor y creatividad gastronómica.
Fuentes:
El Espectador